“No se puede encarcelar ni matar a todo el pueblo, y porque la inmensa mayoría de los argentinos, sin pactos electorales, sin aventuras colaboracionistas ni golpistas sabe que sólo el pueblo salvará al pueblo.” Semanario CGT, núm. 1, 1/05/ 68, p. 1
El primero de mayo de cada año recordamos el Día Internacional de los Trabajadores. Esta fecha se remite en sus inicios a la huelga que desataron obreros estadounidenses a fines del siglo XIX recordados como los mártires de Chicago.
Eran años de sometimiento a la clase trabajadora a través de jornadas laborales prolongadas, escasos niveles salariales y sistemas de instituciones de salud precarias, que constituían un marco de opresión en la vida de los obreros.
Como mencionamos en una edición anterior, fue para 1886 dónde la lucha de la clase trabajadora fue el punto de encuentro. Llegado al punto del 1 de mayo, se convoca a una huelga general y movilización exigiendo “8 horas para trabajar, 8 horas para descansar y 8 horas para formarse”. La respuesta del poder fue la represión y asesinato de trabajadores.
Particularmente en esta edición, obramos reflejar un hecho para visualizar la lucha que significa el 1 de mayo en Argentina respecto a la organización obrera.
Lanzamiento del “Semanario de la CGT”
Para ello debemos remitirnos a la década del 60’. Eran años de convulsión social, contextos de represión estatal/militar, proscripción del peronismo y extranjerización de la economía. El desarrollo de la organización sindical estaban anuladas bajo el régimen dictatorial de Onganía (1966).
Durante esos años tuvo lugar el nacimiento de una corriente sindical teñida de lucha contra el régimen dictatorial bajo la constitución de la CGT de los Argentinos. Tres tendencias internas pujaban por la orientación de la lucha sindical: combativos; participacionistas, donde se referencia a Rogelio Coria (construcción) y Juan José Taccone (Luz y Fuerza); y colaboracionistas, expresada en Augusto Vandor (Unión Obrera Metalúrgica).
Tras la constitución de un Congreso que “normaliza” nuevamente la vida política de los sindicatos, y luego de que las otras dos tendencias decidieran “vaciar” la participación, resultan electos los combativos dejando a Raimundo Ongaro (Gráficos) como secretario general; Amancio Pafundi (UPCN); Patricio Datarmini (municipales de Capital Federal); Enrique Coronel (La Fraternidad); Julio Guillán (FOETRA); Benito Romano (FOTIA), entre otros.
Entre las definiciones que toma esta CGT de los Argentinos, se resuelve combatir contra toda tendencia integracionista y colaboracionista en el movimiento obrero con el régimen, y llama a la lucha a las bases trabajadoras en un pedido de apertura democrática. Entre sus cuerpos orgánicos se incorporan grandes piezas de la estrategia obrera, como Rodolfo Walsh, periodista y militante social.
Este encabeza, junto a otros militantes como Rogelio García Lupo, Horacio Verbitsky, José María Pasquini Durán; Luis Guagnini, Milton Roberts; Victoria y Patricia Walsh, Carlos Aznares, los equipos de comunicación y emprenden la tarea de formar la salida de un periodico semanal.
El objetivo fundamental del semanario sería construir y desarrollar una herramienta política de organización, difusión y orientación de las luchas que protagonizaba la clase trabajadora nacional. Por ello, la dinámica del Semanario, tenía más que ver con precisar y ganar claridad en torno a qué producía los conflictos, y sus posibles resoluciones, que a la mera “difusión” de los mismos.
El medio se constituyó en organizador colectivo, y el mecanismo de trabajo militante era la ampliación de redes de corresponsales en territorios, fábricas, barrios, unidades básicas, buscando escalar en redes de organización popular. La distribución se sostenía con ventas en puntos de entregas de revistas, pero también con puntos específicos en lugares de trabajo y la entrega “mano en mano”.
La primera salida del Semanario se produjo el 1º de mayo de 1968 y duró hasta febrero de 1970 alcanzando a editarse 55 números. Los planteos del Semanario eran claros en cuanto a las tareas políticas que le correspondía a la CGT y el movimiento sindical argentino: “preferimos honra sin sindicatos que sindicatos sin honra” (CGT Nº2 1/5/1968: 4).