A 15 años de la creación de Bitcoin, las transacciones virtuales crecieron exponencialmente y pasaron a ocupar un lugar preponderante en la actividad económica. En paralelo a los cambios se acrecienta la guerra por controlarlas.
El sistema de intercambios digitales existe prácticamente desde la creación del internet pero comenzaron a tener un lugar más preponderante luego de la creación de Bitcoin en 2009. Esta nueva moneda digital, de la cual se desconocen sus verdaderos creadores, implementó una tecnología llamada blockchain o cadena de bloques, lo que significa que no cuenta con una autoridad centralizada como la banca tradicional.
Tras 15 años de su creación el mercado se acrecentó exponencialmente no sólo por la cotización de dicha moneda -que pasó de centavos de dólar hasta $ 69.000 dólares-, sino también por la diversidad de estos instrumentos llegando a existir más de 10.000 criptomonedas en la actualidad.
Además, los llamados “exchanges”, las bolsas de valores de estas monedas, obtienen enormes ganancias por la gestión de los intercambios (similar a una casa de cambios tradicional, pero en formato virtual). Un ejemplo de exchange es Binance, la más grande del mundo y sponsor oficial del torneo de la liga profesional de fútbol.
Este sistema permitió la emergencia de un nuevo esquema financiero paralelo al tradicional, aunque imbricado, generando la oposición de las instituciones que luego lanzaron sus propias iniciativas de monedas digitales.
Competencia de monedas
“Los mercados de criptoactivos están evolucionando rápidamente y podrían llegar a un punto en el que representen una amenaza para la estabilidad financiera global debido a su escala, sus vulnerabilidades estructurales y su creciente interconexión con el sistema financiero tradicional”, comentó el Banco de Pagos Internacionales (BPI) en un informe publicado en el 2022.
El estudio también menciona vulnerabilidades asociadas con ellos como “el mayor uso del apalancamiento (basado en compromisos futuros/deuda) en las estrategias de inversión; riesgo de concentración de plataformas comerciales; y la opacidad y falta de supervisión regulatoria del sector”.
Sin embargo, todo riesgo es una oportunidad para las grandes instituciones financieras que ven amenazada su hegemonía. Gita Bhatt, directora editorial de la revista Finanzas y Desarrollo del Fondo Monetario Internacional (FMI) dijo en una editorial que “el futuro del dinero será, sin duda, digital” aunque “lo que está por verse es la forma que tendrá”.
“Los bancos centrales deberían aprovechar las innovaciones tecnológicas que ofrecen los criptoactivos y al mismo tiempo generar la base de confianza necesaria” por medio de una regulación “en que las monedas del gobierno y las monedas respaldadas por activos privados coexistan de forma segura”, comenta Bhatt.
En otra publicación, el FMI dice que “Hace tan solo 100 años, las monedas privadas competían entre sí y con las monedas emitidas por los gobiernos, también conocidas como monedas fiduciarias. El surgimiento de los bancos centrales inclinó radicalmente la balanza a favor de las monedas fiduciarias, que sirven como unidad de cuenta, medio de intercambio y reserva de valor. La llegada de diversas formas de moneda digital y la tecnología en la que se apoyan han hecho posible separar estas funciones del dinero y han generado una competencia directa con la moneda fiduciaria en algunas dimensiones”.
Iniciativa y control
Dichas declaraciones se entienden en el marco de una feroz competencia por el control del dinero como parámetro de valor mundial. Parados sobre el sistema blockchain, el BPI junto a la Autoridad Monetaria de Hong Kong (HKMA), el Banco de Tailandia (BoT), el Banco Popular de China (PBC) y el Banco Central de los Emiratos Árabes Unidos (CBUAE) lanzaron el Proyecto Global mBridge.
El pasado 5 de junio las instituciones comunicaron que el proyecto “tiene como objetivo explorar una plataforma de moneda digital de múltiples bancos centrales (CBDC) (…) para permitir pagos y liquidaciones transfronterizos instantáneos” y que “ha alcanzado la etapa de producto mínimo viable”, uno de los objetivos propuestos como requisito para comenzar a operar.
Sin embargo no todo es acuerdo. Georgios Vlachos, de Axelar (una firma que se dedica a las operaciones de blockchain) dijo en un informe que el desarrollo de las regulaciones de las criptomonedas “están progresando a diferentes ritmos y tienen diferentes áreas de enfoque” alertando sobre “las normas desarrolladas demasiado prematuramente”.
La fundación se asoció a Citi, Deutsche Bank, Mastercard y Northern Trust, entre otras instituciones financieras, para el desarrollo de activos tokenizados (utilizando las tecnologías digitales para el intercambio comercial), todas ellas por fuera de la iniciativa del BPI.
Por su lado, el Banco de Comercio e Industria de China (ICBC, por sus siglas en inglés) la semana pasada dijo en un informe privado que el Bitcoin es “oro digital” y Ethereum, la segunda criptomoneda de mayor valor, es “petróleo digital”, haciendo alusión a la confianza generada por mejorar “continuamente su tecnología en términos de seguridad, escalabilidad y sostenibilidad”.
Un mercado concentrado
A pesar de que el sistema blockchain alude una red descentralizada de las operaciones y bases de datos, la producción, el comercio (con el ejemplo de las exchanges) y la financiación de las criptomonedas se encuentran hipercentralizadas.
En el ámbito de la producción se han vuelto necesarios un gran cúmulo de procesadores a los que sólo tienen acceso los llamados pooles de minería, que son alianzas entre grandes firmas para lograr procesar las operaciones por las cuales se crean nuevas criptos. Esto es posible con la construcción de grandes centros informáticos.
Un ejemplo reciente de la escala necesaria en el mercado de procesadores es el de la empresa Nvidia, dedicada a la producción de semiconductores y hardware de computadora, que se convirtió en la segunda firma más valiosa del mundo. Según un informe del portal especializado Deloite, este año se prevé que las ventas mundiales de semiconductores superen el récord registrado en 2022, con 588.000 millones de dólares.
En el ámbito de las finanzas sucede el mismo esquema. En mayo de este año Morgan Stanley compró acciones por aproximadamente 270 millones de dólares al fondo de inversión Grayscale Bitcoin Trust (GBTC), basado en el valor de la moneda digital, propiedad de Digital Currency Group (DCG), convirtiendo a la entidad en uno de sus mayores inversores.
Esta iniciativa va en sintonía con el resto de los competidores financieros. La mayor gestora de activos del mundo, BlackRock, lanzó un fondo basado en la cotización de Bitcoin llamado iShares Bitcoin Trust (IBIT). Larry Fink, su CEO, en una entrevista a Bloomberg, remarcó que los activos digitales “podrían revolucionar las finanzas”. “Creemos que el próximo paso es la tokenización de activos financieros”, dijo Fink
Argentina, la “capital de las cripto”
Según un reporte de Lemon, una exchanges de criptomonedas, 4 de cada 10 personas que abren una aplicación cripto en América Latina lo hace desde Argentina, convirtiendo al país en la “capital cripto”.
Además, la producción también es rentable en el país y las empresas energéticas la utilizan para acrecentar sus ganancias. Según un informe de Coingecko Argentina es el país más rentable de Latinoamérica para minar Bitcoin.
En febrero de este año, Ricardo Markous, CEO de Tecpetrol, comentó que en el proyecto Los Toldos II se construyeron ocho generadores y doce centros de datos modulares para que la empresa Unblock produzca criptomonedas con el residual energético.
El mes pasado, YPF Luz anunció la puesta en operación de la Central Térmica Bajo del Toro, un proyecto que aprovecha el residual energético de exploración para abastecer con energía las instalaciones mineras de bitcoin de Genesis Digital Assets Limited (GDA) en el lugar.
En paralelo al comercio de monedas digitales, y en pleno debate acerca de un sistema de competencia libre de monedas, en marzo de este año la Comisión Nacional de Valores (CNV) creó el Registro de Proveedores de Servicios de Activos Virtuales (PSAV) donde establece una serie de requisitos para las entidades que operen con criptomonedas en el país, además de establecer marcos para la regulación de la actividad.
Bajo la disputa por el control monetario mundial se enmarcan los diferentes proyectos políticos que utilizan medidas gubernamentales, en el país y el mundo, dejando entrever una pelea feroz al interior de los grupos económicos. En ese marco, acontece el declive y lucha por mantener la hegemonía del dólar y el sistema financiero tradicional. Pero esto acontece con la emergencia de nuevos actores globales con presencia en el mundo financiero de manera descentralizada.