El triunfo de los fondos de inversión con la aprobación de la Ley Bases fue contundente. A través de la misma fortalecerán su posesión sobre los recursos naturales -que ya venían siendo entregados desde hace tiempo- sumando nuevos beneficios fiscales, impositivos y cambiaros a 30 años.
Con esta política consolidan una forma de administrar el ordenamiento del territorio y las posiciones de todo el arco político y sindical bajo un modelo que se emplaza en la extracción de recursos energéticos que luego son volcados al sistema financiero.
Lo novedoso de su victoria es que dependen de depositar esos recursos en la escala global del sistema de crédito y endeudamiento para continuar reproduciendo su capital. Con ese objetivo terminan sentenciando al Estado argentino, trascendiendo los diferentes gobiernos que asumen la dirigencia del mismo.
Los números son exorbitantes. El nivel de endeudamiento récord con el que aumenta la deuda pública es tal que en solo un mes se podría más que duplicar el presupuesto destinado a salud y educación de todo un año.
La contracara del endeudamiento deja como resultado la pérdida sostenida del poder adquisitivo, el aumento de la pobreza y el crecimiento de la desocupación. En ese sentido, los trabajadores tenemos un solo desafío por delante: luchar por mejorar nuestras condiciones de vida ante cualquier fuerza que se anteponga a ello.
De lo contrario, aún ante los vaivenes de los distintos gobiernos, lo estructural permanecerá inalterado, manteniéndonos siempre como furgón de cola de cualquier proyecto que nos sentencie a la deuda extrema.