La situación económica no deja de recrudecer para miles de trabajadores en Argentina y en el mundo. Y, a este paso, las acciones que tienden a desarrollar la crisis del sistema no darán margen para que sea de otra manera.
Su resolución no podrá ser por la vía administrativa, es decir, porque las políticas de Estado sean “mejor” aplicadas, porque concretamente no es que en la actualidad sean “mal” aplicadas, sino que estas responden al estado de conflicto que vivimos al interior de una sociedad que busca sobrevivir a la destrucción sobre la que ella misma se ha condicionado.
De esto se trata esta forma de organización capitalista que promete una “salida” por la vía del consumo, mientras lo único que se consuman son guerras, en paralelo a que la pobreza y miseria no dejan de crecer.
Como estrategia este sistema expone un ordenamiento del problema que altera las condiciones reales de su existencia y propone alternativas ilusorias para su resolución a modo de parche buscando condicionar el conflicto a problemas administrativos.
Por decantación, las acciones que tironean al movimiento social hacia las luchas parlamentarias tienen el objetivo de desactivar la movilización y desarticular la protesta. En la actualidad un ejemplo de ello es el de las luchas salariales en el país que se camuflan en pedidos a los “representantes” para garantizar mejores condiciones.
Hasta cuándo seguiremos depositando las energías y expectativas de transformación en los administradores del poder, sin asumir que está en nuestro campo la posibilidad de escribir la historia en otro sentido.