De la mano de los Fondos Comunes de Inversión, el desarrollo de las finanzas en el país acrecienta el patrimonio y las ganancias de estos grupos, destruyendo la industria nacional y atacando directamente a los trabajadores.
El miércoles 25 de septiembre el Instituto de Finanzas Internacionales (IIF) comentó en su informe que la deuda global marcó un nuevo récord llegando a 312 billones de dólares en el primer semestre del año. Esto representa un 328% del PBI mundial, es decir, del conjunto de bienes y servicios producidos.
La emergencia de nuevos actores, como son los Fondos Comunes de Inversión, impulsó el mercado de crédito y monedas a escala planetaria reconfigurando el escenario a favor de ellos.
Las consecuencias en países como Argentina están a la vista: destrucción de la industria, primarización y extranjerización de la economía y concentración de capitales, generando a su vez la pérdida de empleos, devaluación de la moneda y empobrecimiento de la población.
El crecimiento de los Fondos Comunes de Inversión
Según los informes de la Cámara Argentina de Fondos Comunes de Inversión (CAFCI), una entidad gremial que nuclea a los actores más importantes del sector, en 2011 el patrimonio del conjunto de las entidades equivalía a 5.288 millones de dólares, llegando a 58.375 millones en diciembre del año pasado.
Ello quiere decir que estos actores incrementaron su propiedad en un 1.003% en dólares en casi 13 años, mientras que, para el mismo periodo, el PBI nacional lo hizo por tan sólo un 20,7%.
Para tener otra referencia de la escala del negocio financiero en el país, según los reportes mensuales de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires (BCBA), el monto negociado en la entidad durante enero del 2011 representó el equivalente a 3.564 millones de dólares, mientras que en marzo del 2020 (ùúltimo disponible) fue de 31.283 millones de dólares, significando un aumento del 777% en sólo 9 años.
En la misma dirección, el conjunto de las operaciones en el mercado bursátil del país durante 2011 tuvo un volumen total de 51.951 millones de dólares, mientras que en 2023 llegó a 481.840 millones de dólares, marcando un incremento del 827%, según los informes del Instituto Argentino de Mercado de Capitales (IAMC).
Dichas estadísticas muestran el exponencial crecimiento del mercado de crédito y del dinero en el país, comandado por las sociedades financieras y los Fondos Comunes de Inversión.
El estado a favor del mercado
Como en el resto del mundo, uno de los negocios principales de estos actores es la deuda pública: para el Estado Nacional la deuda en 2011 rondaba los 173.147 millones de dólares, en diciembre del año pasado llegó a 403.836, marcando un incremento del 133%.
Este proceso sumerge al Estado Nación a una dependencia progresivamente mayor hacia los actores del sector financiero, debiendo utilizar las reservas para el pago de lo adeudado para cubrir los gastos de funcionamiento.
Mientras que las reservas internacionales de Argentina en 2011 eran de 52.618 millones de dólares, para diciembre de 2023 llegó a 23.073 millones, representando una pérdida superior al 55%.
En ese marco, todas las instituciones reguladoras del sector apuntan en la misma dirección. En el Congreso Económico Argentino (CEA) realizado en junio de este año, Roberto Silva, actual presidente de la Comisión Nacional de Valores (CNV), dijo que el rol de la institución en el mercado de capitales “es el que siempre debió tener: el de defender a los inversores y promover el mercado”.
Destrucción de la industria y la producción
La contracara de las estadísticas anteriores, que muestran enormes crecimientos para los actores del sector financiero, es el impacto sobre la industria.
El Índice de Producción Industrial PYME, elaborado desde el 2017 por la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), muestra la caída sostenida de la industria pasando del 94,5% del uso de la capacidad instalada en 2011, al 73,1% en la última medición del 2023.
La encuesta de indicadores industriales, elaborada por la Unión Industrial Argentina (UIA) y realizada principalmente a Pymes, comenta que durante el último mes “el 46,7% de las empresas encuestadas presentó dificultades para afrontar al menos uno de los siguientes pagos: salarios, proveedores, compromisos financieros, tarifa de servicios públicos, impuestos”.
Aunque los pequeños y medianos industriales no son los únicos a los que les impacta. El último informe de actividad industrial, de la UIA, comenta que el único sector que registró un aumento en el índice de producción industrial (IPI) desde 2011 hasta la actualidad es el de refinación de petróleo en un 5,6%.
El resto todos cayeron, donde los sectores que más se vieron afectados durante el período fueron los de productos textiles (-45,1%), automotores (-41,6%) y metalmecánica (-27,8%). El IPI general durante el período se contrajo un -18,5%.
Además, sólo dos ramas industriales incrementaron su participación en el valor agregado bruto industrial (VAB): refinación de petróleo (4,5%) y alimentos y bebidas (0,2%).
El resto de las ramas industriales perdieron participación, entre las que se destacan equipos de transporte (-64,2%), muebles y otras industrias (-59,8%), maquinaria de oficina (-52,5%), vehículos automotores (-51%), prendas de vestir (-47,4%), entre otras. El VAB general del período tuvo una disminución del 20,6%.
Los perdedores del partido
Los resultados de la reestructuración económica de la mano de las finanzas es sin dudas catastrófico para la industria asentada en la producción con alto valor agregado, que a su vez es la que más requiere de maquinarias y trabajadores.
Según el Observatorio de Empleo y Dinámica Empresarial, la cantidad de empleos asalariados registrados en el sector privado pasó de 6.383.132 en 2011, a 6.635.073 en el segundo trimestre de este año, representando una pérdida de 251.941 puestos laborales, cuestión aún más grave si se tiene en cuenta que la población creció un 14,2% durante el mismo período.
Sumado a que la remuneración promedio mensual de los trabajadores registrados del sector privado pasó de 1.345 dólares en 2011, a 510 dólares en 2023, perdiendo un 62% de poder adquisitivo.
Dicha situación se agrava aún más en el caso de las familias que se encuentran directamente desempleadas, que actualmente son el 7,6% de la población económicamente activa, unas 1,7 millones de personas.
Los últimos indicadores del INDEC de pobreza e indigencia sentencian acerca de quiénes son los perdedores del modelo financiero impuesto por los Fondos Comunes de Inversión: el 52,9% de la población (unas 25 millones de personas) se encuentran en la pobreza, mientras que el 18,1% (8,6 millones de personas) no cubre ni siquiera sus necesidades alimenticias.