El cambio de gobierno a nivel nacional abrió un abanico de expectativas en amplios sectores que se vieron perjudicados por las políticas del gobierno de Mauricio Macri, conformando una alianza que busca sentar en la misma mesa a representaciones sindicales, industriales y del agro.
Las políticas de Estado traslucen mucho más que la calificación de la gestión de un gobierno, a través de ellas podemos ver como se ponen en juego el marco en el que se consolidan y rompen las alianzas que determinan el rumbo de dichas políticas, acotadas en un cada vez más estrecho margen institucional.
A días de su asunción, el gobierno de Alberto Fernández, propone un esquema utilizado anteriormente por otros gobiernos, buscando impulsar la reactivación económica por parte del aparato productivo Pyme y en confluencia con otros capitales de mayor envergadura del sector industrial priorizando los incentivos al mercado interno a través de la reactivación de la industria, la generación de puestos de trabajo y el acceso al consumo.
Sin embargo, las recientes medidas anunciadas por el Gobierno actual no tardaron en sacudir las mesas de diálogo donde confluyen los intereses entre los distintos grupos de la sociedad argentina.
En este marco de reconfiguración de alianzas observamos cómo a partir de lo que se expresa como medida de gobierno los actores en pugna salen a tomar partida por sus intereses de clase. Es esta condición la que los lleva a predisponerse en los conflictos y reubicar sus posiciones en alianzas o enfrentamientos.
Sin negar que se presenta como una medida de tinte fiscal, el Estado es también producto de una relación de fuerzas entre las clases que asisten a él -ya sea por medio de sus iniciativas- a pelear la porción de esos excedentes que se han generado.
Detrás, un grupo de 10 empresas -principalmente de carácter extranjero- ocupan un rol predominante en la estructura productiva y el comercio exterior. A su vez, que sirven de poleas para generar divisas de una moneda -extranjera- para pagar una deuda externa que muy lejos se encuentra de los intereses populares y de nuestra soberanía.
Si es posible proyectar vivir en un territorio soberano en el que los trabajadores deliberen por su proyecto de vida, inevitablemente esa estructura deberá ser parte de la discusión. Puesto en tarea implica: romper la inercia. Dejando de extrapolar nuestro responsabilidad a la hora de definir el rumbo, tanto desde el lugar en el que estamos, como al que queremos llegar, abandonando latiguillos como el “hasta donde nos de”.
Sólo a condición de desanudar esos problemas centrales será posible una patria libre en la cual no habrá margen para la convivencia entre el capital y el pueblo trabajador.