La película Iluminados por el fuego de 2005, fue filmada por el talentoso director y documentalista Tristán Bauer, junto a la música del genial León Gieco. Nos hace pensar y preguntarnos que habrá sido de nuestros chicos y chicas que fueron enviados/as a una guerra sin sentido por un grupo de nefastos personajes frente a la nación imperialista por antonomasia. El resultado de esta ecuación está a la vista y planteado desde el inicio del film, llevado adelante a través de una buena actuación de Gastón Pauls en la piel de un periodista ex combatiente, visitando en una clínica a su mejor amigo también veterano de guerra que acaba de intentar un suicidio.
La centralidad que se le da a la existencia de castigos corporales por parte de los superiores a los/as pibes/as que participaron en esta contienda queda evidenciada sobre todo a partir de la historia de tres jóvenes de 18 años, quienes, sin ningún tipo de formación militar, mal alimentados y mal abrigados, en un lugar geográficamente desconocido. En ese contexto, tienen la necesidad de robar una oveja para poder alimentarse y como consecuencia uno de ellos, y por orden directa de un superior, es castigado en forma de estaqueo, metáfora que nos permite pensar en los tiempos posteriores que tendrán que vivir estos jóvenes caídos en el olvido de una sociedad exitista y neoliberal.
Es en este punto que deberíamos reflexionar sobre el tratamiento que se les ha dado a los y las ex combatientes de parte de los diferentes gobiernos que se fueron sucediendo. Durante el desarrollo del film no se ve de ninguna manera grandes escenas bélicas, sobre todo si ponemos como parámetro los grandes tanques hollywoodenses, con todos los recursos hegemónicos con los que cuenta, pero si nos vamos a encontrar con una obra de profunda sensibilidad que nos toca las fibras intimas y visibiliza una problemática que estuvo negada históricamente en la sociedad argentina: la figura del soldado que perdió una insólita y desigual guerra en la que fueron reclutados y con las horribles consecuencias que tuvo.
Es interesante para pensar esta misma problemática la película “Nacido el cuatro de julio” de 1989 dirigida por Oliver Stone y ambientada en los Estados Unidos posterior a la guerra de Vietnam que desarrolla la historia de Ron Kovic, un joven voluntario que queda destrozado después de la guerra y es rechazado por la capitalista y exitista sociedad norteamericana. Este último, forma parte de la trilogía sobre la guerra de Vietnam que filma el director, acompañadas por “Pelotón” de 1986 y “Entre el cielo y la tierra” de 1993.