Desde hace semanas, el país caribeño vive momentos convulsos provocados por una escalada inflacionaria que ha afectado, principalmente, el precio del combustible y de los alimentos, influyendo directamente en las condiciones de vida de la población panameña.
En este marco, los gremios docentes han declarado el 7 de julio el inicio de una huelga por tiempo indefinido, buscando respuestas por parte del gobierno. Su movilización fue la chispa para que otros sindicatos se manifestaran.
A raíz de los reclamos, el gobierno de Panamá convocó a una reunión para el martes 12 de julio, donde se firmó un decreto que estableció el congelamiento del precio del combustible para autos particulares (en 3.95 dólares) y para otros 10 productos de la canasta básica.
A pesar de la convocatoria del gobierno a una “Mesa de Trabajo para atender el Alto Costo del Combustible que impacta de manera directa el Precio de la Canasta Básica”, las centrales sindicales, entre las cuales destaca la Confederación Nacional de Unidad Sindical Independiente, reafirmaron el calendario de protestas y manifestaciones.
El anuncio de nuevas medidas y la llamada al diálogo y a “la paz social” no calmó la insatisfacción popular, por lo que miles de personas, reconociendo la insuficiencia de dichas decisiones, volvieron a manifestarse a días de las palabras del presidente panameño Laurentino Cortizo.
Frente a la postura gubernamental, desde los sindicatos se exigió que el precio del combustible baje a 3 dólares el galón y la reducción general de los precios de los alimentos y otros productos básicos en materia de higiene personal y medicamentos. Por el momento, Panamá sigue en pie de lucha.