Recordamos a Agustín Tosco en un nuevo aniversario de su muerte, remarcando su contribución como líder sindical y su lucha en defensa de los derechos de los trabajadores.
Conocido como “El Gringo” por sus compañeros, Agustín Tosco nació el 22 de mayo de 1930. Desde el secundario, se comprometió con la defensa de las condiciones estudiantiles, lo que lo llevó a ser elegido como presidente del centro de estudiantes.
Con 19 años entró a trabajar en la Empresa Provincial de Energía Eléctrica de la provincia, pasado un año lo eligieron como delegado gremial de Luz y Fuerza y a los 26 años asumirá como secretario general, permaneciendo en el cargo hasta el día de su muerte.
Frente a un mundo en pleno auge de la guerra fría, y con una América Latina que despertaba aires de revolución y cambios sociales encabezados por la experiencia cubana de 1959, se abría paso una época de participación política en plena instalación de dictaduras militares en todo el continente.
En ese contexto se produce el surgimiento de líderes clasistas y combativos, como Agustin Tosco, quien afirmaba que la lucha de los trabajadores debía “rescatar los medios de producción que están en manos de los consorcios capitalistas y monopolios, para socializarlos y ponerlos al servicio del pueblo”. “Existirá una sola clase, la de quienes trabajan y no como ahora que existen los explotados que trabajan y los explotadores que viven del esfuerzo de los demás”.
Dos programas elaborados desde los sindicatos combativos en el año 1957 se alineaban con este objetivo, el manifiesto de Huerta Grande y el programa de La Falda.
Ver: Movimiento obrero durante la “Revolución Libertadora”
Bajo estas premisas, Tosco intenta sostener la lucha desde un sindicalismo anti-burocrático, anti-dictatorial y anti-imperialista, lo que derivó a sufrir la persecución política y a varios años de prisión como preso político.
A su vez, el “Gringo” tuvo que enfrentarse a otros líderes sindicales que preferían limitar su participación a negociaciones con los gobiernos de turno. Tosco apuntará contra estas posiciones y los llamará burócratas sindicales por “administrar y quedarse gobernando al movimiento obrero desde cuestiones administrativas, no asumiendo la posición general de la lucha del movimiento en su conjunto”.
Después de participar en el Cordobazo, fue encarcelado por las juntas militares y trasladado al penal de Rawson, pero esto no impidió que continuara liderando la lucha del movimiento obrero. Tras la victoria del peronismo en 1973, la persecución no cesó y, luego de recuperar su libertad, Tosco se vió obligado a vivir en la clandestinidad después de que el sindicato de Luz y Fuerza fuera intervenido.
En 1975 enfermó de una encefalitis bacteriana, pero no pudo recibir atención médica debido a que era imposible internarlo en los hospitales por la persecución, lo que lo llevó a la muerte el día 4 de noviembre del mismo año con tan solo 45 años.
“Para que todos juntos, trabajadores, estudiantes, hombres de todas las ideologías, de todas las religiones, con nuestras diferencias lógicas, sepamos unirnos para construir esa sociedad más justa, donde el hombre no sea lobo de hombres, sino su compañero y hermano”.