La dictadura intervino la CGT luego de proscribir al peronismo, reprimir la protesta social y atacar las organizaciones sindicales.
Tras el golpe y sin Perón en el gobierno, los jefes de la dictadura se enfrentaban a su mayor problema, el destino de la CGT, que para entonces contaba con dos millones y medio de afiliados representando al 70% de los trabajadores activos. En este escenario los trabajadores estaban dispuestos a luchar por sostener los derechos básicos que enmarcaron los años previos al derrocamiento, lo cual traza un intento de negociación con la dictadura por parte de algunos sectores hacia el interior del movimiento obrero.
A dos años del golpe que derrocó al peronismo, bajo la dictadura de Aramburu y con la CGT intervenida por un Capitán de Navío de apellido Patrón, se realizó el primer intento de normalización de la central. Del congreso participaron 673 delegados de 98 gremios. El mismo se desarrolló en el salón Les Ambassadeurs de Capital Federal, entre el 26 de agosto y el 5 de septiembre.
Tras dos años de persecución y encarcelamiento de miles de dirigentes obreros, principalmente peronistas y comunistas, abrieron el escenario para que una mayoría de dirigentes afines a la dictadura se ubicaran en la conducción de los principales gremios, augurando controlar el proceso normalizador.
Sin embargo, con el transcurrir de los días creció la influencia de una nueva generación de dirigentes vinculados a la resistencia y, desde febrero de aquel año, delegados de 62 gremios, entre los que se encontraban José Rucci y Agustín Tosco, tejieron una alianza que buscaba derrotar los planes de unificación de la central ante un régimen dictatorial y represivo.
Durante el Congreso, se propuso una moción que solicitaba crear una Comisión Verificadora de las credenciales de los representantes, ya que los gremios “mayoritarios” habían duplicado sus afiliados durante las intervenciones de la dictadura. La misma salió victoriosa y, ante este resultado, las delegaciones de los principales gremios aliados a la dictadura (llamados “democráticos”), se retiraron del recinto dejándolo sin quórum y poniendo fin al congreso.

El congreso fue una forma de ordenar los intentos de movilizaciones del movimiento obrero, buscando consolidar las nuevas autoridades de la CGT, movimiento frustrado por la resistencia obrera.
En paralelo, el gobierno llevó adelante una reforma constitucional que limitó el efecto de una serie de derechos y garantías como: el derecho de reunión (art. 26), la prohibición de discriminar por raza (art. 28), los derechos del trabajador (art. 37, I), la igualdad jurídica de hombre y mujer en el matrimonio (art. 37, II), el bien de familia (art. 37, II), entre otros.
Entre otras medidas, la dictadura prohibió toda participación en elecciones sindicales y políticas de militantes de trayectoria peronista, los que habían sido aislados por la persecución y el encarcelamiento. A su vez, la situación empeoraba con la eliminación de los “derechos del trabajador”, decisiones que iban de la mano con medidas devaluatorias en los salarios y políticas que solo beneficiaban a los empresarios de la época.
“Los viejos dirigentes que quedaron proscritos proyectaron los nuevos cargos con direcciones que no podían ser peronistas. La idea de poner jóvenes ´sin experiencia´ pensando que así sería más fácil el retorno al momento que se redujeron las proscripciones” afirmó Lucio Garzón Maceda, abogado laboralista y periodista, en “La CGT Córdoba de la Falda al Cordobazo”.
Pero esta vaga ilusión de los dirigentes no logra anticipar el accionar autónomo que adquirieron los nuevos dirigentes y que marcará el rumbo del movimiento obrero en los años que le siguieron, principalmente en la ciudad de Córdoba.
Córdoba a la vanguardia
La ciudad cordobesa fue la primera en normalizar la CGT, las características de dicho proceso llevaron un sello distintivo. La alianza obligada entre peronistas, independientes y otras vertientes.
Figuras como Atilio López proveniente de la Unión Tranviarios Automotor (UTA) y Agustín Tosco del Sindicato de Luz y Fuerza, conforman la fuerza que marcará la lucha de los años siguientes.
Durante 1957 se realizaron las primeras huelgas de unidad entre la UTA y SMATA con el apoyo de los sindicatos legalistas e independientes como Luz y Fuerza y Gráficos, hicieron posible el primer paro en toda la ciudad, en el que se intervinieron puentes y accesos que generaron un golpe significativo a los directores provinciales.
La segunda acción, producida en el año 1957 se da el 30 de noviembre, en el que se realizó el congreso de Delegaciones Regionales de La Falda que encauza el Programa Nacional de Trabajadores, o Programa de La Falda, lo que empieza a generar condiciones que no solo definieron el rol de los trabajadores de la ciudad de Córdoba, sino que tuvieron repercusión en el país entero.
pograma LA FALDA 1957La proscripción del peronismo y la dictadura generaron una reestructuración de todo el movimiento obrero que, aferrándose a defender sus derechos y condiciones de vida, sentará las bases de la unidad y combatividad de la fuerza expresada posteriormente en las gestas del Cordobazo y Rosariazo.