El film retrata al líder revolucionario mexicano, con el guion de Jhon Steinbeck y dirección del afamado Elia Kazan, además de reconocido anticomunista en el periodo de la caza de brujas llevada adelante por el senador McCarty. Deja un sabor agridulce ya que plantea desde el inicio de la película una sociedad mexicana sumamente desigual en la cual los campesinos indígenas eran oprimidos y desterrados de sus tierras.
El análisis de los personajes históricos comienza desde la primer escena donde se puede ver al dictador Porfirio Díaz, que estuvo más de treinta años en el poder, enviando al ejército a reprimir las revueltas populares que se generan en el estado de Morelos. El productor, mientras que muestra el surgimiento del líder como un caudillo popular apoyado por su pueblo, no pierde oportunidad para mostrarle al mundo a través de su cine el fracaso de las revoluciones. Al final muestra un Zapata cómodo en su rol de presidente elegido por su compañero Pancho Villa y descubriendo que se había convertido en ese tirano que combatía al inicio de la película.
Con respecto al desarrollo de la compleja revolución mexicana, si bien expone una línea en la cual va mostrando los hechos ocurridos, su veracidad histórica es poca y además abordada con poca profundidad, exponiendo en todo momento un desprecio hacia el indígena y hacia las mujeres, coherente con las ideas del momento histórico en el cual fue filmada la película. Se pueden ver diferentes personajes que tuvieron participación en el proceso, mostrándolos a partir de ciertas características personales, como en el caso de Francisco Madero que se lo ve como un títere del ejército mexicano; al coronel Venustiano Huertas, que es quien da el golpe de estado a Madero, como un militar sumamente tirano; y, finalmente, a Pancho Villa, como un caudillo agotado que le deja el poder a Emiliano Zapata.
Me parece potente una de las últimas escenas sobre Emiliano Zapata en su rol de Presidente. Se lo ve derrotado, escuchando quejas, reclamos, pedidos de auxilio, reportes de combates, de batallas, de enemigos dados de baja. En ese momento llega a su oficina un grupo de campesinos de Morelos, que fueron sus
amigos y compañeros de lucha. Zapata parece despertar de un mal sueño y se le ilumina el rostro. Ellos responden secamente, con distancia. No saben cómo contarle que su hermano se ha apropiado de tierras, los ha expulsado y está abusando de su rango y de su poder. Zapata promete encargarse del asunto cuanto tenga tiempo. Pero un campesino en tono desafiante le recuerda que ellos no pueden esperar, que ni la tierra ni sus estómagos tienen tiempo. Zapata se enfurece y le exige revelarle su nombre. “Hernández”, responde el campesino. El tigre como lo llamaban se dirige a su escritorio a señalar ese apellido en una lista. De repente se da cuenta: se ha convertido en aquel tirano que ayudó a derribar. Él fue hace muchos años ese Hernández que hoy desafía al poder que ahora está en sus manos, donde tampoco parece haber hecho nada por los campesinos. Es un tigre y no puede estar enjaulado. Debe regresar a su territorio. Así el tigre termina muerto, ejecutado por el engaño del ejército.
Finalmente es importante retomar el rol político con el que cuenta el film, ya que fue utilizado, en mi opinión, por la industria hollywoodense y sobre todo por su director Elia Kazan para mostrar los limites según la visión norteamericana de los procesos revolucionarios. Es válido recordar que es este mismo director que hace con la película “Nido de ratas” una oda de resistencia al movimiento obrero norteamericano, aunque el análisis de la misma quedara para otro momento, es sumamente recomendable el film.