Los trabajadores del mundo vienen padeciendo las consecuencias de una crisis que parece no encontrar fin, sostenida con el único objetivo de garantizar el bienestar de los propietarios que viven del trabajo ajeno dejando a su paso la miseria humana. Dicho contraste permite avizorar la emergencia de proyectos soberanos que son, no solo urgentemente necesarios, sino también posibles.
A su vez, los distintos proyectos dominantes, con sus diferentes caretas, buscan persistentemente la conducción de la fuerza política de los trabajadores, pervirtiendo su conciencia y ofuscando una salida verdaderamente autónoma. El movimiento de masas latinoamericano viene aprendiendo progresivamente a través de la práctica sobre el estrecho impacto de las elecciones o las reformas legislativas en el estado actual.
Los sectores de poder, utilizando la demagogia y la represión, dividen la fuerza política de la clase trabajadora y oculta los rasgos fundamentales en los que se asienta su dominación. Así es como se repite cíclicamente la terrible pena del hambre, la pobreza y la desidia generada a la que se encuentra atada la clase trabajadora mundial.
Este vertiginoso desarrollo de los acontecimientos complejiza el abordaje de un análisis integral, donde la pandemia del COVID-19 dejó a las claras el nivel de incertidumbre que rodea todos los rincones del mundo. La salida de esta crisis social, que parece no haber tocado fondo, es la forma actual de disputa sobre la cual se dirimirá una nueva conducción de las fuerzas sociales.
Esto significa que lo que está en juego es la posibilidad de rediscutir los problemas que hace ya tiempo parecen no tener solución. El acceso al alimento, a una vivienda digna, a la educación, son necesidades básicas cuya resolución apunta a generar un entorno social que le de un nuevo sentido al desarrollo de la facultad humana, primando a esta última sobre la permanente e irracional necesidad de lucro.
Para que esta situación adversa se constituya en oportunidad es de crucial importancia que desde las carencias y las injusticias se abran paso a las demandas y las denuncias al régimen actual. La infinidad de necesidades irresueltas son la base a partir de la cual tiene que emerger la fuerza social capaz de dar cauce hacia la salida que necesitamos.