El transcurso de los acontecimientos nos revelan los dientes y las fauces de este sistema en descomposición. La guerra adopta los mecanismos particulares del contexto que estamos viviendo, donde los hilos de las finanzas asumen un poder más nocivo que el desarrollo de la armamentística industrial y nuclear.
El veto de algunos bancos rusos de la red SWIFT, el principal sistema de mensajería que utilizan los bancos para realizar pagos transfronterizos (utilizada por 11.000 entidades bancarias en más de 200 países), y la “caída” del rublo; representan el ataque, ya no de los representantes de los ejércitos regulares, sino de los principales bancos e instituciones financieras del proyecto de poder globalista.
El conflicto en Ucrania, espectacularizado como ningún otro enfrentamiento, guarda su importancia como consecuencia de una situación en curso, que desde hace unos años tiene por escenario al mundo entero con sus tensiones acrecentándose.
Las disputas territoriales en Taiwan, Cataluña, Palestina, Malvinas, Yemen, Colombia, entre tantas otras, componen una realidad que se expande en todo el mundo donde la balcanización se expresa como contradicciones de fuerzas que se enfrentan de forma constante desde hace décadas.
Lo central aquí es la conducción del circuito del reparto de materias primas, la extracción de recursos naturales, el desarrollo y provisión de herramientas para garantizar la producción y la extracción, y los que lo centralizan, a partir de la sumisión de los anteriores.
La crisis rompe, reordena y exige posicionamientos de los proyectos de gobierno de cualquier ideología, de acuerdo a los compromisos a los que se subordinan, reafirmando la naturaleza de esta lógica de poder.
De esta manera, el camino de “crecer para pagar” se nos presenta como única opción posible, intentando con ello disimular los lazos que atan el destino del pago de la deuda externa a los intereses de los organismos multilaterales y los dueños de las finanzas globales.
Aquí y allá, dichas opciones son los intereses en juego que chocan de frente con las condiciones de vida de los trabajadores de todo el mundo y nos siguen sometiendo a la reproducción de un orden que atenta contra nosotros mismos