El Encuentro de Regionales de la CGT “volvió a poner el acento en la soberanía y la necesidad de un amplio debate en los temas nacionales” dijo Ilda Bustos, referente del sindicato de gráficos de Córdoba.
Desde Tribuna conversamos con Ilda Bustos, secretaria general de la Unión Obrera Gráfica de Córdoba y adjunta de la CGT regional Córdoba, sobre el último encuentro de las CGT Regionales, a sólo unas horas de ser aprobado el acuerdo con el FMI en el Congreso de la Nación.
¿Nos podés comentar tus apreciaciones sobre el encuentro de regionales de la CGT y el documento difundido luego de la reunión?
En el encuentro de las CGT regionales en Concepción del Uruguay se volvió a poner el acento en las cuestiones que tienen que ver con la soberanía y la necesidad de un amplio debate en los temas nacionales como lo son el tema de Vicentín, el control del Estado sobre el Río Paraná, llevar un debate sobre el tratamiento de la deuda externa ilegítima y la necesidad de abordar la Ley de Entidades Financieras.
Después de lo que ocurrió hace algunas horas en el Congreso con la aprobación del acuerdo con el FMI, estamos viendo claramente que el Frente de Todos tiene en su seno una disputa, una discusión muy fuerte sobre la posición a adoptar en distintos aspectos de la vida económica de nuestro país.
El proyecto nacional aparece desdibujado frente a esta necesidad de acordar con el FMI que, sin duda, va a co-gobernar o gobernar directamente porque va a estar monitoreando de forma permanente el funcionamiento de la economía argentina.
¿Cómo deja parado al movimiento obrero el acuerdo votado en el Congreso?
El movimiento obrero en general está atravesando una crisis desde hace un tiempo. Se produjo una unidad en la CGT que también tiene hacia adentro contradicciones y exhibe fisuras importantes por las posiciones que algunos sectores que la integran.
Los “gordos” se preocupan por la posición personal o sectorial, pero no ven ni están viendo al Movimiento Obrero dentro de un contexto en el cual estemos disputando la vigencia de un proyecto nacional que tenga que ver con la soberanía, el desarrollo y la distribución del ingreso de forma equitativa, sobre todo en beneficio al sector trabajador.
El principal problema que hoy tienen las organizaciones sindicales es seguir representando los intereses que hay que representar. Y sólo pueden defenderse en un marco en el que, obviamente, no estemos subordinados al FMI.
¿Cuál es el plan del FMI con la aprobación del proyecto en el Congreso?
El FMI es uno de los mecanismos que tienen los grupos del poder económico tendientes a subordinar las decisiones políticas de los gobiernos en función a sus propios intereses.
No hay ninguna posibilidad de que el FMI tenga como objetivo el desarrollo real, genuino, y con una mejor distribución entre los habitantes de este planeta. Esto se ha demostrado con la historia. Existe para ello la defensa de sus intereses, y hoy lo vemos casi de forma obscena con esta guerra entre Rusia y Ucrania. No se puede pensar en que el FMI va a beneficiar a alguna política de mejor distribución y que aspire a una sociedad con un poco más de igualdad.
¿Cuáles son los pasos a seguir para el movimiento obrero?
Lo que se debe hacer desde el movimiento obrero es mejorar la fuerza, donde verdaderamente nos encaminemos a ser la representación real de los intereses y los derechos de las y los trabajadores.
Hoy aparece bastante lejano, pero es necesario volver a tener en la mira la posibilidad de que la clase trabajadora tenga una influencia determinante en la transformación de la realidad. Lo que tenían en claro aquellos trabajadores de la década del 60’ o del 70’ donde se planteaba un programa de la CGT sobre cuál debía ser el rol del movimiento obrero en determinadas coyunturas político-económicas.
Hay que librar una lucha contra la precarización y la flexibilización laboral. También debemos reclamar nuestra participación en los espacios institucionales que tiene que ocupar, como por ejemplo áreas del Ministerio de Trabajo que siguen estando en manos de funcionarios macristas.
La clase trabajadora, no puede ser ajena a ninguna de estas cuestiones. Esto no significa ser oficialista o no. Significa que la representación de la clase trabajadora esté vigente, así como la tienen los empresarios con sus organizaciones que son consultados desde el primer momento a la hora de tomar alguna decisión de las empresas o la cuestión laboral.
Este gobierno o cualquier otro tienen que reconocer que la economía no funciona sin las y los trabajadores. Pero sin la participación del movimiento obrero es difícil hacer ver esa situación, y que en la discusión sobre el rol del Estado exista la visión de las y los trabajadores.