Frente a los discursos que anuncian mejoras en un futuro próximo la realidad termina por imponer otra situación. Así, los grupos dominantes ejercen su poder para reproducir el régimen e imponer políticas propias para el conjunto de las fracciones sociales.
En Argentina, expresión de ello fue la devaluación de la moneda nacional frente al dólar. Y no es casual, ya que gran parte de la historia de los conflictos en el país corren detrás de la puja de poder por determinar el valor de la moneda.
En ese marco, la operación devaluatoria debió justificarse, argumentando que se debió a la falta de confianza que generaba en “los mercados” el proyecto que conducía el Ministerio de Economía. De esta manera allanaron el camino para el golpe interno con el cambio de algunos nombres, sin lograr modificar mucho el asunto en cuestión.
Lo cierto es que las presiones sobre los bolsillos de la clase trabajadora del país con sus ingresos atados al peso continúan deteriorándose, demostrando entonces la condición real de poder.
En este contexto, desde el Banco Central y en coordinación con el Gobierno se tomaron algunas medidas para “regular” estas presiones o “calmar los mercados”.
Así tuvo lugar la aparición del “dólar soja”, un régimen diferencial de divisas incentivando con mayores ganancias a los tenedores de granos para su exportación, emerge como otra iniciativa más que explícita los intereses que conducen la alianza de Gobierno.
Juan Grabois señaló al referirse sobre este beneficio que “a los que les interesa el tema de la lucha de clases, aprendan de los mejores. Esta clase lucha y gana… y en el día de Evita para humillarnos”.
Entonces, la realización de estas “pequeñas” victorias en políticas del gobierno determinan la concreción de su poder, orientando las alianzas, las divisiones y nuevos agrupamientos forjados al calor de la crisis.
De cara a la movilización convocada por las principales centrales sindicales en contra de los especuladores y los aumentos de precios es oportuno avanzar con consignas propias en la lucha por condiciones dignas de vida, como base para revertir esta situación. No basta ya con enunciar el mito de que vendrán tiempos mejores o conformarse con defender lo poco que tenemos.