La asunción de Massa representa una nueva prórroga del pacto social en el marco de un recrudecimiento interno de la lucha entre fracciones que disputan por la renta nacional a través del dinero y las finanzas.
Expresado en algunas figuras podemos observar la reaparición de funcionarios como de Mendiguren, histórico dirigente del sector industrial de la UIA, para favorecer algunos planteos de índole productivista.
De todas formas para los sectores exportadores se aseguraron condiciones de rentabilidad externa al aumentar nuevamente las tasas de intereses por tenencia de letras como Leliq y cuentas en dólares para quienes liquiden sus cosechas.
Por abajo, sectores del trabajo como los docentes dan indicio de una realidad común a todos los laburantes: el salario ya no alcanza más que para la supervivencia. Pero dan sobradas muestras que si hay condiciones de ponerse al pie del cañón para afrontar las luchas necesarias que restituyan la dignidad de los trabajadores. Las movilizaciones han sido masivas y en dónde no hubo paros, resonó en cada aula y escuela que hay predisposición a luchar.
En paralelo, desde la gestión de Gobierno no solo se ratifica la continuidad del programa del FMI sino que se plantea una auditoría a los programas de trabajo con la intervención de las universidades nacionales como veedoras.
En este marco las acciones que acerquen posiciones sobre las condiciones reales de vida fomentan la construcción de la tan mentada unidad de acción. Un ejemplo de ello lo dieron esta semana las centrales obreras de la provincia, junto a otras organizaciones, que encabezaron un documento haciendo alusión a auditar a los especuladores de las finanzas, los que realmente no trabajan.
En la misiva solicitaron que se audite la deuda externa y a los tenedores de letras del tesoro que especulan en los circuitos financieros con dinero que bien podría ser destinado a resolver los problemas comunes de las personas, pero que en la realidad pasa a constituir un factor más de la timba de los capitales y las ganancias privadas.
En un contexto pleno de crisis del trabajo este tipo de medidas son un llamado a despertar que los programas de gobierno no están desorientados en su rumbo, sino que con cada medida ratifican el avance de una u otra fracción de capital, pero todas se unifican contra la organización popular.