Un 9 de julio de 1816, en el Congreso de Tucumán, los miembros de las Provincias Unidas del Río de la Plata se declararon independientes del Imperio español rompiendo un ciclo de dependencia al colonialismo extranjero.
Han pasado 207 años desde aquel episodio y la situación de lucha contra la dependencia sigue aún vigente. Sucede que, a pesar de aquella victoriosa declaración, marcada a sangre y fuego, la dominación continuó bajo otros mecanismos.
El capitalismo del siglo XXI ha reconvertido sus métodos de dominación, aún bajo la forma de países declarados independientes y soberanos. En Argentina, esta situación podemos verla con claridad cuando las tierras son saqueadas para las necesidades de las empresas.
Es necesario mencionar que esto ocurre mientras continúa vigente el programa con el FMI. Ahora, con la posibilidad de pagar en yuanes, tomando nuevos créditos con las entidades asiáticas que, en apariencia, emulan ser más inofensivas que el viejo imperialismo norteamericano.
Recursos naturales que se fugan, ciclos de endeudamiento que no se cortan y superexplotación del trabajo resuenan a un combo que profundiza la materialidad de una dependencia que aún continúa vigente.
Retomar el planteo de la independencia no debe resonar a recitar una vieja efeméride que se recupera un día al año y luego se vuelve a cajonear, sino una oportunidad histórica para romper con las cadenas a las que nos han condenado.