Se cumplen 57 años de la Noche de los Bastones Largos, hecho que marcó la lucha del movimiento universitario que luego combatiría junto a trabajadores en los “azos” de 1969.
La Argentina de la década de 1960 se encontraba inmersa en un clima de agitación y transformación devenida de un largo enfrentamiento civil desde el golpe de estado de 1955. Con la “Revolución Libertadora” en el gobierno se abre un nuevo período donde el movimiento obrero junto a sectores populares emprenden la “resistencia” en defensa de las conquistas obtenidas durante el peronismo.
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Durante esos años, el movimiento social no luchó sólo por reivindicaciones económicas, sino que adoptó formas de protestas políticas a través de distintas iniciativas como la alianza del peronismo con el frondizismo, proyecto truncado por otro golpe, o el programa de Huerta Grande impulsado por las 62 Organizaciones en 1962.
Tras un período donde se turnaban gobiernos pseudodemocráticos y dictaduras, una nueva capitulación en 1966 produjo otro golpe encabezado por el general Juan Carlos Onganía quien buscaba implementar lo que denominó la “Revolución Argentina”, un proyecto político y económico orientado a “modernizar el país” y promover un desarrollo basado en la tecnocracia.
Este régimen militar marcó un nuevo avance de las clases dominantes en el país que aún no lograban asentarse de manera estable en el gobierno y las principales instituciones producto de la ardua resistencia y organización popular.
Por ello, el régimen político se caracterizó por su autoritarismo, la represión de la oposición política e intervencionismo estatal en todos los ámbitos de la sociedad donde las universidades, producto de la condensada discusión política dentro de las mismas, fueron desde un principio objeto de la represión.
El movimiento universitario
Unos días después de consumado el golpe de 1966, el gobierno disolvió los Consejos Superior y Directivos de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y designó interventores para los cargos de Decanos y Rector, bajo las órdenes del Ministerio de Educación.
En este contexto, con la herencia aún muy presente de la Reforma de 1918 donde se establecieron los principios de la autonomía universitaria, las universidades argentinas se convirtieron de inmediato en espacios de resistencia y crítica. La UBA, como una de las instituciones educativas más grandes del país, fue un epicentro de esta lucha.
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Frente a ello, las autoridades de la UBA emitieron una declaración en la cual se negaron a aceptar la definición del gobierno llamando a una reunión de Consejo para aprobar dicha declaración como resolución institucional. Allí participaron alrededor de 40 estudiantes y 300 docentes.
La noche de los Bastones
Ante esta convocatoria, la noche del 29 de julio de 1966, sucede el hecho conocido como la Noche de los Bastones Largos donde las fuerzas de seguridad ingresaron violentamente a las facultades de Filosofía y Letras, Ciencias Exactas y Ciencias Sociales de la UBA con el objetivo de reprimir a los estudiantes y profesores movilizados contra el régimen.
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Los Bastones Largos, como se conoció a los agentes de la Policía Federal Argentina, utilizaron garrotes y ejercieron violencia indiscriminada a cientos de personas que se encontraban dentro de la institución. En el procedimiento fueron detenidas aproximadamente 400 personas y destruyeron laboratorios y bibliotecas.
Luego de la represión, profesores y estudiantes fueron cesanteados y expulsados de la UBA, incluso muchos de ellos debieron abandonar el país o cambiar de profesión para evitar la persecución política. La autonomía universitaria que tanto se pregonó fue sepultada y el Estado aumentó su injerencia, estableciendo restricciones y limitaciones no sólo a la “libertad de cátedra y de pensamiento”, sino también a la organización gremial y política de estudiantes y docentes.
De esta manera, el hecho represivo se convirtió en un símbolo de resistencia del movimiento universitario iniciando un nuevo período de quiebre en la relación entre el gobierno militar y la comunidad universitaria que iba a tener su punto más álgido en los “azos” del 1969.
La Noche de los Bastones Largos también desencadenó una reacción de repudio y solidaridad tanto en Argentina como en otros países. Docentes universitarios, organizaciones de derechos humanos y organizaciones políticas condenaron la violencia ejercida por el régimen militar.
Hoy, a 58 años de aquel episodio, es un legado que se mantiene vivo en la memoria colectiva de aquellos que lucharon y resistieron esos años de cruenta represión.