En el marco del reciente intento de golpe de Estado en Bolivia dialogamos con Antonio Abal Oña, periodista y analista político, quien nos compartió sus reflexiones acerca de los acontecimientos.
¿En qué marco se inscribe el intento de golpe de Estado en Bolivia?
Sabemos que hay operaciones para desestabilizar, no solamente gobiernos, sino también sociedades y poner en crisis al Estado. Algo vinculado a los 10 puntos que plantea Chomsky, que son recomendaciones para desestabilizar y crear una caos inducido y así tener la configuración de un Estado fallido, lo que permite luego intervenciones, especialmente de Estados Unidos.
No estamos hablando de un general (por el excomandante de las Fuerzas Armadas de Bolivia, Juan José Zúñiga que se le ocurrió ser presidente, sino que esto se enmarca en una estrategia geopolítica de la cual el gobierno de Bolivia desde el 2005 ha estado constantemente en acoso. El gobierno de Evo Morales después de las transformaciones en la Constitución Política del Estado ha supuesto un incordio para las políticas hegemónicas de Estados Unidos y agudizadas además, por el tema del litio, un recurso natural estratégico. Además en Bolivia tenemos lo que se denominan las tierras raras, utilizadas en tecnologías de computación y celulares.
¿Cómo continúa el escenario?
En ese contexto, y siguiendo esta teoría del caos para promocionar Estados fallidos, hasta ahora este episodio de la toma de la plaza Murillo en la ciudad de La Paz sigue siendo confuso ¿Y por qué es confuso? porque tiene que mantenerse en esos niveles, justamente para sembrar la incertidumbre en la población, crear una inestabilidad en el gobierno y promover una crisis de Estado.
¿También hay actores locales que se benefician de esta situación?
Así es, de hecho hay un bloque especialmente ubicado en el oriente del país que no está conforme con la constitución política del Estado Plurinacional. Ellos siguen buscando lo que llaman un Sistema Federal de Gobierno que no pudieron implementar en el debate de la Asamblea Constituyente. Detrás de eso existe un proyecto separatista del eje Cochabamba/La Paz. Es un sector que no está directamente representado en un partido político.
Inclusive el golpe del 2019 desarticuló a uno de los partidos más serios de la derecha boliviana que estaba construyendo una alternativa para hacer frente a Evo Morales. Una organización nacional de derecha democrática y con importantes personajes de la política regional que eran los demócratas, también denominados “Los Verdes”, no por su adhesión a principios ecologistas, sino por el color de su partido, que dirigió Camacho.
A este sector no le interesa consolidar una corriente política en el ámbito democrático sino conseguir los objetivos de ahondar las diferencias para lograr lo que ellos llaman: la consolidación de un Estado paralelo o finalmente la separación del Estado boliviano.
¿Cómo se articula este escenario a la situación global de disputa, y cómo se vincula a los acercamientos de Arce al BRICS?
Tenemos una especie de Guerra Fría entre los antiguos bloques, Estados Unidos y la Federación Rusa. Independientemente de las políticas internas que tenga la Federación, esta sigue siendo el equilibrador de la geopolítica mundial, eso es innegable y ahí se ha añadido China y la India creando BRICS.
Recientemente el presidente Luis Arce ha tenido una visita a Rusia donde se han firmado algunos convenios de apoyo mutuo y por supuesto entre medio está el litio. Esto no ha sido del agrado de Estados Unidos, cuya representante para el hemisferio sur habló de que van a ir detrás del litio en lo que se llamaba el triángulo de litio.En alguna medida Chile y Argentina han desarticulado lo que podría haber sido un triángulo interno latinoamericano, y sólo queda Bolivia.
No solamente tienen que ver con el imperialismo norteamericano, sino con una Europa amenazada también por factores internos, de un crecimiento del pensamiento fascista pero, con hemos visto en estas últimas semanas con el triunfo laborista en Inglaterra y de la izquierda en Francia, abre alguna esperanza para abrir otros espacios de relacionamiento con la Europa que ciertamente tuvo injerencia en el caso boliviano con el golpe del 2019.
¿Cuáles son las condiciones de vida actuales de los bolivianos?
En ese aspecto ha habido mucha crítica al gobierno por el manejo económico porque se ha desmarcado de lo que es el modelo implementado durante el gobierno de Evo Morales, pero hay que ser justos en la valoración.
Yo diría que es un contexto muy adverso producto del golpe y una destrucción de la economía, además tenemos el fenómeno internacional del covid, que también ha afectado profundamente todas las relaciones económicas. Yo diría que el Gobierno ha mantenido una cierta estabilidad, pero que en este último año las pequeñas crisis se han ido acumulando y ciertamente se ha creado una especulación muy grande. En Bolivia hemos tenido sequías con una agricultura especialmente de subsistencia en las comunidades que dependen del tiempo, no tenemos tecnificación que te garantice el riego. Entonces hemos tenido sequía, ha bajado la producción y se ha tenido que importar alimentos, algunos legalmente y otros de forma ilegal con transacciones en dólares.
A nivel mundial hay una restricción también de la circulación de dólares. Esto ha afectado en este último tiempo a la economía boliviana. Estamos en un proceso inflacionario que no es alto y que ronda el 3.5%, que se puede sobrellevar con las políticas que ha implementado el Estado.
Por ejemplo durante el gobierno de Evo Morales se creó el EMAPA que es la empresa estatal que provee alimento justo para regular el nivel de precio. Aquí, ante la especulación, por ejemplo del arroz y el azúcar, EMAPA ha respondido, ha vendido a más bajo precio y produjo cierto equilibrio entre la oferta y la demanda.
Dos enfrentamientos recientes del gobierno con sectores económicos, previos al intento del golpe, fueron con transportistas que bloquearon carreteras y bancos, todos conflictos vinculados al dólar.
Las cámaras y grandes empresarios de transporte están ligados a la economía del Oriente, es decir la exportación de tierras. Exportamos bastantes cantidades de soja, y otros recursos agroindustriales, y esos transportistas están ligados a esa economía, por lo tanto cuando hacemos el análisis, en términos políticos tenemos que ver esa ligazón.
Poniéndolo en palabras más sencillas, no son angelitos los transportistas cuando deciden tomar medidas, como bloqueos o cuestionamientos al gobierno, sino que están ligados a estos intereses económicos que con los cuales mantienen una ligazón. Entonces efectivamente ha habido una escasez de dólares. El gobierno está viendo cómo va a solucionar este problema, no es fácil, por supuesto ya que hemos rebajado nuestra cantidad de exportación de gas que era un poco la caja chica de donde venían los mismos.
En perspectiva histórica el planteo de Evo Morales vislumbraba ya un escenario de agotamiento del gas y la economía de reemplazo tenía que ser el litio, lamentablemente el golpe del 2019 cortó esa perspectiva, y la puesta en marcha de esa estrategia de litio que en este momento ya debería estar entrando en la exportación, entonces se cerró a esa válvula que se había pensado para ingresos de divisas. Visto en perspectiva ahí tienes una de las razones porque no hay dólares en Bolivia, no es la única razón, pero es una de las razones principales entonces esto ha ido creando más la especulación de los bancos que siempre entran a ese juego, de está inestabilidad.
¿Alguna reflexión final?
Yo diría que Bolivia está en el centro de la tormenta porque ha desafiado a la normalidad, entre comillas, de un sistema democrático y de un modelo de Estado. Los bolivianos hemos decidido cambiar el modelo de Estado hacia un Estado Plurinacional y una sociedad intercultural que promueve autonomías indígenas, que promueve la presencia de actores sociales en la definición de la política y la economía y cuyo catálogo de derechos en su Constitución es la más amplia, no solamente de América Latina, y este es un peligro ciertamente para los modelos impuestos. Yo creo que esa es una de las razones por las que estamos asediados.