Trump encabeza los esfuerzos por finalizar el enfrentamiento bélico con un acuerdo que “beneficie a los EE.UU”. Se profundizan las contradicciones entre los distintos bloques de poder mundial y la Unión Europea busca mayor autonomía estratégica.
Tras la asunción de Trump como presidente, Estados Unidos adoptó inmediatamente una actitud conciliadora ante el conflicto bélico en Ucrania. Los esfuerzos se dirigieron a crear canales de diálogo con Rusia, que comenzaron el pasado 18 de febrero, para cerrar un acuerdo que ponga un alto al fuego.
Según fuentes periodísticas el mismo implicaba que Ucrania contribuiría con el 50% de todos los ingresos obtenidos por la exportación de recursos naturales a un fondo de reconstrucción de propiedad conjunta y administrado por el gobierno estadounidense y ruso. El presidente de Ucrania, Vladimir Zelensky, manifestó su descontento por dichas condiciones y protestó por no ser parte de la mesa de negociación inicial.
Trump había declarado que con el acuerdo “recuperaremos nuestro dinero y obtendremos mucho dinero en el futuro”. En este marco se convocó a una cumbre diplomática en Washington el día 27 de febrero para avanzar en las negociaciones con Zelensky. Sin embargo, luego de un intenso cruce frente a los medios de comunicación, la reunión se truncó y el presidente ucraniano volvió a su país sin avances al respecto.

El trasfondo
Este escenario de recrudecimiento diplomático tiene como trasfondo la colisión de distintos proyectos de poder global para mantener o conquistar posiciones ante sus adversarios.
Partiendo de ello, impulsan o retrasan los acuerdos en función de si estos les favorecen de cara a futuros enfrentamientos que tenderán a profundizarse. Al mismo tiempo, presionan para orientar los beneficios de industrias claves, como la armamentística, la energética y los commodities, hacia el circuito de las finanzas globales.
Tal es la situación que el enfrentamiento bélico tuvo como elemento central la guerra económica: la expulsión de bancos de Rusia del sistema SWIFT, la prohibición de realizar transacciones en dólares, imposiciones de aranceles mutuos con Europa, retirada de empresas, sanciones y corte del suministro de gas (incluyendo el freno de la construcción del gasoducto Nord Stream 2 que transportaría gas ruso hacia Europa), entre otras.
Incluso el mismo Larry Fink, CEO de BlackRock, el fondo de inversión más grande del mundo, apenas comenzado el conflicto se ofreció como asesor de Ucrania para captar fondos para la reconstrucción del país con el objetivo de brindar “un rendimiento justo y equitativo a los inversores”.
El resultado parcial del enfrentamiento fortaleció la posición de Rusia como actor clave dentro del BRICS (junto a sus instrumentos financieros y bolsa de monedas) y su alianza con otros países como Corea del Norte (del cual recibió apoyo de soldados y armas), Irán o China. Aunque ello le costase retroceder en otras posiciones territoriales, como en el caso de Siria.
En Tribuna publicamos sobre ello: Lucha sin cuartel, Acuerdo estratégico entre Rusia y Corea del Norte y Se fortalece el BRICS con el ingreso de nuevos miembros
Según el portal Bruegel, en el Rastreador del comercio exterior ruso, se puede observar cómo, luego de la normalización post-pandemia, sus exportaciones -principalmente de combustibles minerales- giraron drásticamente hacia oriente, teniendo a China e India como los destinos más importantes. Mientras que EE.UU. y Europa redujeron hasta prácticamente 0 las importaciones rusas.
El rearme de Europa
Este escenario profundiza la tendencia hacia una reconfiguración del comercio internacional revelando a su vez la posición subordinada del Bloque Europeo. Este último pivota entre una independencia relativa detrás del globalismo o una subordinación más directa hacia los EE.UU. Esta última parece haber ganado más fuerza las últimas semanas debido al financiamiento necesario para poder afrontar el desgaste que implica el enfrentamiento armamentístico y la defensa ante futuras amenazas.
Sin embargo, los intentos de despegue del proyecto europeo continúan. Inmediatamente después de la reunión de Trump y Zelensky, la Unión Europea (UE) salió en apoyo de Ucrania convocando a una cumbre de urgencia para discutir acerca de la seguridad y la defensa del continente.
Dicha reunión se concretó el jueves 6 de marzo con la presencia de delegaciones de Francia, Alemania, Dinamarca, Italia, Turquía, Países Bajos, entre otros. Además contó con la presencia del jefe de la OTAN, Mark Rutte, y del Consejo Europeo, Antonio Costa. También estuvo el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau.
A través de un documento afirmaron que “no puede haber negociaciones sobre Ucrania sin Ucrania”, como así tampoco “puede haber negociaciones que afecten a la seguridad europea sin la participación de Europa”. “Para alcanzar la ‘paz mediante la fuerza’ es necesario que Ucrania se sitúe en la posición más fuerte posible, con una sólida capacidad militar y de defensa propia como componente esencial”, reza el texto.

A su vez, anunciaron que este 2025 la Unión Europea “proporcionará a Ucrania 30.600 millones de euros” y material militar con el objetivo de “intensificar los esfuerzos para seguir apoyando y desarrollando la industria de defensa de Ucrania y profundizar su cooperación con la industria de defensa europea”.
Para ello, van a “simplificar el marco jurídico y administrativo para acelerar la designación de recursos destinados a defensa”, además de acudir a “fuentes adicionales de financiación”, principalmente provenientes de fondos privados, contribuyendo “a reducir las dependencias estratégicas” de la UE.
El Banco Europeo de Inversiones (BEI) envió una carta a inversores y la UE donde comenta sus planes “para intensificar su apoyo a la industria de seguridad y defensa de Europa”. Concretamente propone liberar 150.000 millones de euros en nuevos préstamos para “rearmar” a Europa, como parte de un plan de defensa que supera los 800.000 millones aprobado por 26 de los 27 líderes del bloque, con excepción de Hungría.

Nuevo intento para cerrar un acuerdo
Frente a las tensiones generadas, el viernes pasado el Ministerio de Exteriores de Arabia Saudita dijo en un comunicado que será anfitriona de una nueva reunión entre Estados Unidos y Ucrania que se realizará esta semana para avanzar en el acuerdo de paz.
El mismo día Zelenski anunció una reunión en Arabia Saudita con el príncipe heredero Mohamed bin Salman y “después de eso, mi equipo permanecerá aquí para trabajar con los socios estadounidenses. Ucrania está más que interesada en la paz”.
Bajo este ordenamiento el objeto de las negociaciones no es la paz, sino las condiciones en las que cada bloque quedará situado para continuar la guerra real donde lo bélico y las tensiones diplomáticas generadas son sólo consecuencias de ella.